Quise llamarte, pero me contuve, suelo hacerlo.
Iba por la A, la B, la C,... así, hasta llegar a tu nombre. Pero en ése momento decía:
"Bah, que tontería, ¿para qué sentirme vulnerable?". O quizás un: "toc-toc" y... me daba miedo tu respuesta. Supongo que lo cogerías, y hablaríamos de mil tonterías, pero luego, ¿Qué?.
Eso fue lo que me detuvo: "¿luego qué?". Siempre viene un luego. Entonces, llegué a mi casa, volví a coger el móvil, hice lo mismo otra vez. Encendí la lampara de lava y me puse ésa canción que me recuerda a ti, entonces le di a la cámara, a ver... una foto. Hacer lo que sientes no es sencillo. No es sencillo cuando tienes ideas arremolinadas dentro de tu cabeza, que no saben salir, o no quieren, no sé. Quizás hubiera sido mejor quedarme callada, alejando el móvil para no cometer una tontería, para no llamarte, o no repetir el itinerario de la A, la B, la C,... Y así, hasta llegar a tu nombre.
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