Y cuando creía que todo estaba perdido, de repente apareció un rayo de luz en el horizonte iluminando todo lo que mi vista alcanzaba a observar.
Recogió todos los pedazos que se habían desprendido de mis ilusiones y los volvió a juntar, me devolvió mi corazón envuelto con vendas y me dijo que no estaba todo perdido.
Sí, me confesó que sus labios no estaban diciendo toda la verdad, y que en sus ojos se encontraba lo que de verdad pensaba... y sentía.
Me dijo que el miedo a veces se apodera de los actos de las personas, que la vergüenza puede hacernos sentir como enanos en un mundo de gigantes, y que solo nos quede como arma usar nuestro escudo, sin sopesar si quiera la posibilidad de enfrentarnos a aquello que tememos, simplemente tirar por el "camino fácil".
Para conseguir nuestros sueños, el camino fácil se convierte en el más difícil de todos.
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