Para llegar a quererse bien, hay que haberse querido mucho.
Todos hemos mendigado cariño alguna vez, preguntando si nos querían e incluso cuánto nos querían. Pero rara vez nos planteamos:
Todos hemos mendigado cariño alguna vez, preguntando si nos querían e incluso cuánto nos querían. Pero rara vez nos planteamos:
¿Qué tal se nos quiere? ¿Qué tal se nos deja?
¿Cómo se nos recuerda? ¿Qué tal se nos olvidó?
Amarse es un deporte de riesgo que admite todo tipo de disciplinas, cada cual más jodida y peligrosa. Por cada forma que existe de quererse bien, hay 99 maneras de quererse de mal en peor.
Amarse es un deporte de riesgo que admite todo tipo de disciplinas, cada cual más jodida y peligrosa. Por cada forma que existe de quererse bien, hay 99 maneras de quererse de mal en peor.
Amores taxidermistas: Que matan, ahogan y disecan todo aquello por lo que un día se enamoraron de tí.
Amores carceleros: Que pretenden que, además, jamás vuelvas a ver la luz del sol.
Amores placebo: Que intentan hacerte creer que sin ellos estarías mucho peor de lo que viniste.
Amores republicanos: Que si no estás con ellos, estás contra ellos.
Amores carceleros: Que pretenden que, además, jamás vuelvas a ver la luz del sol.
Amores placebo: Que intentan hacerte creer que sin ellos estarías mucho peor de lo que viniste.
Amores republicanos: Que si no estás con ellos, estás contra ellos.
Amores demócratas: Que sólo parecen triunfar donde los demás la cagan.
Amores perros: Incapaces de superarse a sí mismos.
Amores taja: Que sirven mientras ayuden a olvidar.
Amores puente: Que sólo te preparan para la siguiente relación.
Amores escaparate: Que varían según la tendencia y temporada.
Amores alfombra: Que ocultan aún más mierda de la que se ve.
Amores cómoda: Orgasmos fingidos a partir del 3er cajón.
Amores de primera: Siempre con "segundas".
Amores en oferta: Sólo hasta fin de mes.
Quererse mal y pronto. Quererse tanto por tan poco.
Quererse mucho sin ser feliz.
¡Qué coño! Quererse al fin y al cabo.
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